jueves, 11 de diciembre de 2008

AÑADIDURAS A "MI CONFRONTACIÓN CON LA DOCENCIA"

AÑADIDURAS A “MI CONFRONTACIÓN CON LA DOCENCIA”


Tras las lecturas de José M. Esteve y Paulo Freire encuentro los siguientes puntos dignos de comentario:

a) IDENTIDAD PROFESIONAL:
· A muchos de nosotros nos hace falta mayor repertorio didáctico y pedagógico: personalmente y en principio, sólo quiero contar con más técnicas y he omitido el valor de la teoría para explicar las razones de las prácticas docentes en el aula. Las acciones se ven complementadas cuando nos preguntamos cómo, por qué y para qué hacemos lo que hacemos. Ahora entiendo los riesgos de hacer algo sin saber su sentido y/o su significado (“porque yo digo”, “porque sí”, “porque así viene en el libro”)
· La adquisición de la identidad profesional conduce al profesor preocupado por mejorar a invertir en su preparación. Hay que gastar en libros, enterarse de lo que sucede en el mundo, comprar materiales útiles para sus clases, escuchar y ver programas que dejen enseñanza. Aquí conviene asentar que existen muchos cursos valiosos que quedan fuera del presupuesto de un maestro. Por ejemplo, si Usted deseara mejorar su velocidad de lectura, nivel de comprensión y capacidad de retener lo comprendido a altísimo nivel, una empresa de Guadalajara se ofrece a proporcionarle los elementos suficientes para lograrlo, a un costo como de $30000.
b) COMUNICACIÓN E INTERACCIÓN:
· El valor de dejar hablar al alumno, le permite a los maestros descubrir no sólo los errores, dudas y aciertos de aquel, sino también la lógica con que se maneja. Hemos tenido talleres que preparan al maestro para impartir cursos propedéuticos a los alumnos de nuevo ingreso. La experiencia nos ha demostrado que no sirve de nada que nosotros seamos capaces de resolver un problema, sino que nuestra tarea consiste en preguntarse que haría el alumno para poder resolverlo, y cómo vamos a provocar que tal alumno alcance a llegar a esa meta. Además de lo anterior, la comunicación e interacción no cubre nada únicamente el aspecto puramente académico, sino que abarca hasta el ir detectando los estados de ánimo en los jóvenes e intentar ante eso, un cambio de estrategia. Muchos profesores poseen un fino tacto y un agudo olfato para desarrollar esas capacidades; los demás necesitamos tener ganas, adquirir experiencia y contar con la información apropiada.
· El discurso oficial abusa del verbo “deber”, refiriéndose al perfil de los maestros: “debemos motivar al alumno…”, “el maestro debe dominar tal cosa”. Nosotros mismos nos lo repetimos sin darnos cuenta. Puede ser que la natural reacción ante ese lenguaje impositivo sea la ausencia de respuesta. Creo que si nos acostumbramos a cambiar la conjugación del verbo deber por el verbo necesitar nos quitaremos todos de la espalda una carga emocional innecesaria y mejoraría el diálogo con nuestros alumnos.
c) DISCIPLINA:
· En una ocasión pregunté a uno de mis profesores cómo sería conveniente proceder cuando se me presentara determinada situación de disciplina en un salón de clases. Me contestó: “Eso te lo va a enseñar la vida”. Eso sucedió en mis tiempos de normalista y hubiera querido que dicho profesor me hubiera adelantado un poquito lo que me iba a decir la vida.
· Hay personas que poseen un carisma natural para mantener la disciplina. Ese es el caso de un prefecto que con su estatura, sus modales y su voz plena de seguridad resolvía cualquier problema de indisciplina que se presentara en un plantel. Me atrevo a afirmar que era la persona más querida de la escuela.
· Para quienes no tenemos ni el talento ni el carisma del ejemplo anterior, nos queda el establecimiento de convenios, con reglas claras y registro escrito de las consecuencias, de ser posible con la participación de los propios alumnos. Esto puede efectuarse en la etapa de apertura, a través de un proceso de encuadre.
· En cuanto a las situaciones inesperadas, la negociación. Si se mira bien, también aprender a negociar es una competencia de algo que ahora se denomina “inteligencia social”.
d) CONTENIDOS Y NIVELES:
· Como ya se comento en el párrafo sobre Comunicación e Interacción, los contenidos requieren adecuarse al nivel de los alumnos y ello implica ponerse en los zapatos de quienes van a aprender, para encontrar la lógica que utilizan en la comprensión de los temas.
· La extensión del programa constituye un motivo de presión para que el maestro lo cubra a totalidad, se quede quien se quede; más aún ahora que muchas asignaturas han visto reducida su carga horaria en una hora menos, mientras que en secundaria paradójicamente han aumentado a seis horas semanales: ¿más con menos? ¿llamarle “reto” a lo que sencillamente es un obstáculo? Sea cómo fuere, pienso que más vale profundizar en los contenidos, aunque el programa no se vea completo. Es tiempo de cambiar las carreras de velocidad por las carreras de fondo.
· Me parece muy adecuado enseñar en las aulas sistemas mnemotécnicos. En los documentos que he leído acerca del constructivismo se exagera, quizás por no especificar, la importancia de la memorización. Estoy de acuerdo con que no se aprende repitiendo y repitiendo hasta grabar el mensaje en la memoria; pero limitarse a entender y creer que eso es suficiente para haber aprendido, es insuficiente. ¿Quién no se sentiría seguro con tener a mano la herramienta de la imaginación para ya no olvidar, entre lo comprendido, los puntos clave; y a partir de ahí, evocar a voluntad lo aprendido.
e) ORGULLO DOCENTE:
· Se puede sentir orgullo por el trabajo personal y por saberse parte de un equipo donde convivimos con personas competentes, entre los cuales podemos ayudarnos.
· Ese orgullo también se siente cuando nos visita uno de nuestros exalumnos y nos informa que hace una semana terminó la carrera.

MI AVENTURA DE SER DOCENTE

MI CONFRONTACIÓN CON LA DOCENCIA


Estudié la carrera de Técnico Laboratorista Clínico en un CECyT (antecedente de los actuales CBTIS). Fue la época estudiantil más bonita y satisfactoria de mi vida; hasta hubiera sido capaz de reprobar con tal de continuar ahí. El destete escolar fue muy duro; me pesó tener que egresar. La calidad y entrega de mis profesores –puros universitarios- me impresionaron, en especial el estilo del maestro de Física, que si bien conducía su clase con abundantes apuntes en el pizarrón, le daba una excelsa organización a los contenidos y las explicaciones me parecían una delicia de claridad, sencillez y congruencia.

Las condiciones económicas de mi familia no eran las idóneas para estudiar una carrera universitaria y encontré un empleo en una empresa de Tepic, Nayarit como inspector de control de calidad. Duré cerca de tres años en ese lugar hasta que un día renuncié con la intención de ir a Guadalajara a estudiar Ingeniería Química.

De repente se presentó la enfermedad de una hermana y fue necesario contribuir a los gastos. La situación médica se resolvió favorablemente, aunque me quedé sin saber que hacer. Mis padres me sugirieron estudiar en la Escuela Normal Superior de Nayarit. Yo no lo deseaba. Eran tiempos en que yo era muy imprudente y soberbio; calificaba a los malos maestros como una mafia de perezosos e ineptos. ¡Qué esperanzas que yo fuera a ser uno de ellos!

Sin embargo, la insistencia de mis padres me convenció y me inscribí en la especialidad de Biología. Yo hubiera deseado estudiar la especialidad de Química, pero no existieron las circunstancias para lograrlo. Al paso de los días, me fui interesando por mis estudios. Pronto pasaron los años y egresé también de ahí.

Dejé el estado de Nayarit para buscar oportunidades de trabajo en Jalisco. Fui a Guadalajara, me hospedé con unos familiares y uno de ellos me relacionó con una de sus compañeras de postgrado, quien a la postre resulto directora de un CONALEP. Esta era una gran oportunidad: influido por mis años de bachillerato, anhelaba trabajar en el nivel medio superior. Me entrevisté con ella y acepté las clases de Taller de Lectura que me ofreció. Semestres después me asignaron materias del ramo químico. Procuré siempre poner en mis labores todo mi esfuerzo y mis fortalezas a favor de mis alumnos y un día recibí una invitación de un compañero de trabajo para incorporarme al CETIS 14, donde laboro hasta la fecha.

Me gusta mucho compartir lo que leo, lo que escucho y lo que vivo con otras personas, especialmente si son alumnos. Me molestan las críticas superficiales y generalizadoras que hacen las personas hacia el magisterio (…y pensar que alguna vez yo procedí como ellos). Quisiera verlos en el lugar de muchos de nosotros que hasta los domingos de vacaciones hacemos algo relacionado con la educación. Valoro y aprendo de mis compañeros, los de mi plantel y los de otras escuelas, a quienes encuentro en eventos como los Concursos Nacionales de Ciencias Básicas y las Reuniones Estatales de Academias.

Me cuesta mucho escribir esto, pero ha sido en mis dos trabajos en el nivel medio superior donde realmente me formé como el maestro que actualmente soy. Desgraciadamente, el plan de estudios que llevé en la Normal se enfocaba en las vidas de los pedagogos y las asignaturas de la especialidad; me hubiera gustado que desde aquellos años hubiéramos tenido materias enfocadas a la resolución de conflictos, al mantenimiento y mejoría de la relación maestro-alumno, a la elaboración de material didáctico, a la didáctica de la especialidad y al manejo de técnicas grupales. Puedo parecer ingrato con mi alma mater, pero esas fueron las circunstancias. Reconozco que gran parte de lo que soy, con mis fortalezas y deficiencias, lo debo a mi estancia en el nivel medio superior.

Sin embargo, hoy en día existen cosas que me molestan o me desaniman: las diversas reformas le han quitado una hora-clase a las materias de tronco común y se pretende que impartamos la misma cantidad de contenidos que cuando tenían 5 horas semanales. Se nos está exigiendo gradualmente que desarrollemos tareas titánicas sin herramientas para conseguirlo. Han abundado los cursos teóricos, sin técnicas ni instrumentos, y reitero que se nos asigna la obligación de su aplicación.

Me reanima y me alienta el saludo de mis alumnos. Los encuentros en algún camión o minibús, la visita de los egresados al plantel, la expresión “¡Ah, ya le entendí!”. Un exalumno que trabaja en el tren ligero y me pide que pase sin pagar boleto; otro que es policía, baja de la patrulla y me ofrece un abrazo sincero, recordando detalles olvidados de nuestras clases de hace tanto tiempo; el jueves que Ricardo vino y me comentó que acaba de terminar una ingeniería… y María del Consuelo, quién me honró alguna vez diciendo que para ella, yo era su papá. Bendiciones a todos ellos y millones de gracias a mi profesión.

LOS SABERES DE MIS ESTUDIANTES

LOS SABERES DE MIS ESTUDIANTES


I. LO QUE MIS ESTUDIANTES SABEN HACER EN INTERNET:
Desafortunadamente, esta actividad coincidió con el término del curso y he tenido que recurrir a la consulta de los alumnos que reprobaron mi materia y que presentarán examen extraordinario el próximo lunes 15 de diciembre de 2008. Extiendo las ideas tanto mías como de los consultados a cualquier asignatura:
a) Mis estudiantes emplean Internet sobre todo para socializar. En la elaboración de un directorio de los alumnos que tutoro, me encontré que aproximadamente el 30 % de ellos posee su cuenta de correo electrónico (todas en Hotmail). Solamente 4 de ellos cuentan con Internet en casa; los demás asisten a los cibercafés para enviar y recibir mensajes a sus amigos y familiares.
b) Hacen uso del MSN para comunicarse con sus amigos y allegados, y en varios casos hacen nuevas amistades, tanto nacionales como internacionales.
c) La mayoría de mis estudiantes bajan archivos de música y video especialmente mediante el programa Ares.
d) Otros de mis alumnos han subido archivos al sitio Youtube donde comparten sus videos e imágenes de su grupo. Existe incluso un video en el que aparece una de sus compañeras fallecida hace dos años en un accidente.
e) Tan sólo uno de mis alumnos, jugador de fuerzas básicas del “Atlas”, ha creado un blog.
II. LAS ESTRATEGIAS CONJUNTAS PARA APROVECHAR LOS SABERES DEL AULA:
Hemos encontrado que, maestro y alumnos, podríamos emplear Internet de las siguientes maneras:
a) Se podría formar un directorio de cuentas de correo electrónico para comunicar avisos, enviar tareas o compartir información.
b) Se podrían acordar horarios para chatear y profundizar en determinada información.
c) Se podrían recopilar directorios temáticos, por ejemplo: los 10 mejores páginas para comprender algún tema de Química.
d) Se podrían formar portafolios de evidencias virtuales.
III. QUIÉN, QUÉ Y CUÁNDO ENSEÑAR:
a) De entrada, el maestro buscaría favorecer la enseñanza entre alumnos. Habría que estructurar un sistema de monitores que ganaran puntuación conforme a la asesoría que dieran a sus compañeros más rezagados en un tema vía Internet.
b) No obstante, se podrían encontrar maneras de evaluar a algunos alumnos por los conocimientos informáticos que pudieran enseñarle al maestro.
c) Se podría enseñar el manejo de programas de software libre enfocados a nuestras asignaturas, la creación de álbumes en power point, traducciones que cuenten historias a partir de archivos de música y sus letras.
d) Se enseñarían en fechas previas al momento de algún contenido importante o al inicio de un proyecto. Una pregunta que podría guiar las ideas y las acciones podría ser “¿Tú que les puedes enseñar a los demás?”